viernes, 16 de octubre de 2015

Mensaje de cierre del Encuentro de Ministras a partir de Lucas 23:49-24:11

"Había un hombre, llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo, que no había asentido al consejo y proceder de los demás. era de Arimatea, población de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después de descolgarlo, lo envolvió en una sábana y lo puso en el sepulcro excavado en la roca, en el que nadie había sido enterrado todavía. era el día de la Preparación y apuntaba el sábado.
Las mujeres que habían venido con él de Galilea fueron detrás, para ver dónde staba el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo.
Luego regresaron y prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.
El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro. Al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús. No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Asustadas, inclinaron el rostro a tierra; pero ellos les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden cómo les habló cuando todavía estaba en Galilea, cómo les decía: 'Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, pero al tercer día resucitará'. Y ellas recordaron sus palabras.
Regresaron, pues, del sepulcro y anunciaron todas estas cosas a los Once y a los demás. Las que referían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero a ellos todas aquellas palabras les parecían desatinos, y no les creían." Amén.
Hubo una mujer que vivió en Austria en la segunda mitad del 1700, en el tiempo de la Contrarreforma. De ella sólo queda una lápida que la recuerda... no sabemos cómo era físicamente...
Se llamaba Brigitta Wallner. Era cochera, esposa de un leñador, madre de siete hijos... y contrabandista de Biblias.
Se animó a ser protestante y a luchar por la libertad religiosa, por esa razón fue encarcelada tres veces...
cuando en 1781 se promulgó la Patente de Tolerancia se registró como luterana... y con ella, toda su comunidad. Y así es que la comunidad de Gosau es oficialmente luterana...
"Extiende las lonas, no te detengas; alarga tus sogas, tus clavijas asegura..."

Cuenta el evangelio según Lucas que las mujeres habían venido de Galilea, detrás de José de Arimatea, para ver dónde estaba el sepulcro en donde fue llevado Jesús, y cómo colocaban su cuerpo.
Luego regresaron y prepararon aromas y mirra... ¡y respetaron la ley del sábado!
A la mañana siguiente, muy temprano fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado, y vieron la piedra corrida, el sepulcro vacío, escucharon a los dos hombres con vestidos resplandecientes (nosotras diríamos ángeles) y recordaron las cosas que Jesús había dicho, que moriría y resucitaría al tercer día.
Regresaron, entonces, para compartir su alegría con sus compañeros, y les contaron toda su experiencia... pero ellos dijeron "otra vez estas mujeres hablando estupideces, tonterías, desatinos... Desautorizaron a las mujeres que también eran discípulas de Jesús, que eran sus compañeras con las que habían compartido tantas cosas... para ellos, igual que la ley de aquellos tiempos, no valían como testigos... ni siquiera entre compañer@s...
"... no te detengas; alarga tus sogas, tus clavijas asegura..."

En nuestros Encuentros de Mujeres en la IERP, cantamos: "Mujeres con fe cambiando las cosas, caminos de ayer que hoy nos convocan..."
María Magdalena, Juana, María la de Santiago y otras muchas... Catarina von Bora, Argula von Grumbach, Brigitta Wallner y muchas otras... Silvia, Irene, Aurelia, Mirta, Cecilia, Mercedes, Wilma, Sonia, Mariela, Andrea, Mónica y muchas otras...
Mujeres que aún hoy somos desautorizadas por hombres que todavía creen que la fe es un espacio exclusivo de ellos y que nosotras, las mujeres, somos el relleno de la Iglesia... el brazo ortopédico del Pastor...
¡Qué importante que nos juntemos y nos fortalezcamos entre nosotras!

En Bahía Blanca, donde vivo, cada tanto alguien toca el timbre de mi casa buscando al Pastor, o llaman por teléfono, y no entiende cuando digo: "Yo soy la Pastora"... ¡pero si la Pastora es la esposa del Pastor! ¡Para qué estudiamos tanto y nos esforzamos si con sólo un anillo de bodas podemos obtener el título!
También me pasó en un evento importantísimo ecuménico, que el Pastor anfitrión me presentara como "Estela, la Pastora de la IERP ¡no saben qué ricos pucheros que hace!" ¡Jamás presentaría así a un colega varón!
Sólo dos ejemplos de los muchos que podríamos compartir, seguramente, como para reflejar lo vivimos como Ministras.
Pero lo bueno es que las mujeres logramos focalizar, dar testimonio del evangelio a pesar de las desautorizaciones que sufrimos una y otra vez, que somos valientes y perseverantes...
Igual que las seguidoras de Jesús... igual que las mujeres de la Reforma... mujeres que han sido y son modelos para nosotras, que han logrado quedar en la historia, aunque a veces sin nombre... mujeres... como la cananea que no se enganchó con la ofensa de Jesús al decirle "perrita"...
- madres y abuelas de la Plaza de Mayo
- mujeres sudafricanas luchando contra el apartheid
- mujeres que levantaron países enteros después de las guerras
- madres del paco... y muchas otras...
Mujeres ensanchando el espacio de sus tiendas, extendiendo sus lonas, testarudas, perseverantes sin dejar que nada las detenga, alargando sus sogas, asegurando sus clavijas...

Creo que llegó nuestro tiempo. El sistema patriarcal, junto a sus peores frutos: el capitalismo y el individualismo, ya no da más... está agonizando...
las mujeres estamos pisando fuerte desde nuestros partos elegidos, nuestros saberes ancestrales, nuestros círculos de mujeres, desde la valoración y el respecto hacia la diversidad.
Tenemos mucho por hacer y mucho por decir. Somos líderes y tenemos que aprovechar esto comando nuestro liderazgo, asumiendo ese poder para promover un modelo diferente. Está en nosotras hacerlo, nada más. Jesús nos eligió para ver, escuchar, recordar su promesa y transmitir. Amén.

Estela Andersen

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