Fuimos viajando bajo la lluvia.
A medida que avanzábamos en el camino parecía que la cosa aclaraba.
Paramos en un momento a sacar el agua que había entrado cuando atravesábamos las "calles-ríos" de Bahía.
La lluvia, aunque más cuave no paraba y nos llenaba de esperanza: ¿estará lloviendo así en Alpachiri?
Pasando por Villa Iris era claro que había caído un buen chaparrón, pero que ya estaba aclarando.
Por General San Martín unas nubes negras amenazaban con que el agua seguiría cayendo y que sólo había parado por un rato.
Pero una vez que doblamos y nos encaminamos hacia Alpachiri...Las nubes se disiparon.
Ya vienen casi cinco años sin cosecha, a veces logran juntar aunque sea para los gastos... otros, como el que pasó: nada. La situación es alarmante. Aunque la gente no se queja ni habla tanto de esto, está en el aire. La gente pampeana es resistente y tiene un optimismo y una esperanza pocas veces vista.
Tal vez no se note tanto en las iglesias, pero es verdad que la gente de La Pampa siembra y vuelve a sembrar con la esperanza de que la lluvia caerá y que Dios no los olvida para siempre (como dice un Salmo).
En otro momento oramos e dimos a conocer la sequía en la zona de Patagones. Ahora tenemos que recordar cada día a nuestros hermanos y hermanas de La Pampa en nuestras oraciones.
Señor, haz caer la lluvia sobre esta tierra seca que está sedienta, y bendice a tu pueblo que confía en ti con las lluvias tempranas y tardías, para que a su tiempo puedan recoger el fruto de la tierra. Por Jesucristo y en comunión con el Espíritu Santo. Amén.
Estela Andersen
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