martes, 27 de julio de 2010

RECUERDOS DE ALPACHIRI

Así nos expresa su paso por nuestra congregación:
“En los primeros meses del año 1973 (Marzo) llegamos con Elke a la Ciudad de Bahía Blanca con el objeto de acompañar pastoralmente a la Congregación que hace pocos años se había formado: Congregación Evangélica Distrito Bahía Blanca.
Una de las familias que prontamente se acercó para contactarnos fue la familia Ramírez de Punta Alta. Don Ángel Ramírez y Doña Magdalena Schumacher también presentaron a sus dos hijas las que estaban comprometidas con el trabajo juvenil en Bahía Blanca. Prontamente supimos el contacto directo que había entre esta familia y varias familias de Alpachiri en la Provincia de La Pampa, estaba más allá del solo parentesco. Alpachiri sería una de las tantas comunidades que componía esta gran congregación que abarcaba desde Alpachiri hasta Bahía Blanca y Cnel. Suárez (BsAs) hasta la ciudad de Patagones de la misma provincia.
Al empezar a conocer las familias que componían a la comunidad de Fe de Alpachiri (en principio eran 12 familias y después de 9 años pudimos contar con 25 grupos familiares) uno notaba que la fe que mantenía a esta gente se abría como un “abanico” hacia las demás comunidades que componían la gran congregación del llamado Distrito Bahía Blanca. Las familias se comprometían en la participación de los actos cúlticos y se interesaban por ampliar los conocimientos bíblicos. La tarea juvenil fue de mucho provecho para el crecimiento de las familias dado que asumieron en los años 70 responsabilidades que apuntaban a poner las bases para una compacta comunidad de fe. Las tareas que sobresalieron fueron los encuentros en la humilde capilla (de la calle 25 de Mayo 50) con Estudios Bíblicos y Volleibol en el terreno de la misma. En las largas charlas que se realizaban entre mate y mate se organizaron también excursiones tipo campamento a lugares desconocidos del sur Argentino. Los padres de los jóvenes apoyaban estas iniciativas que agrupaba tanto a varones como a mujeres lo que para la época no estaba totalmente bien visto. Los frutos de aquellos encuentros fueron de provecho para muchos, tanto dentro del pueblo de Alpachiri como fuera.
En Bahía Blanca he vivido una primer experiencia personal muy profunda. Corría alrededor del año 1975/76 eran años sumamente difíciles para toda nuestra sociedad Argentina. La joven Silvia Beatríz Ramírez de Punta Alta se acerca a mí para anunciarme que ha decidido estudiar teología. Para eso ya tenía seriamente pensado el abandono de la carrera universitaria que estaba cursando en la Universidad Nacional del Sur de la ciudad de Bahía Blanca. Los trámites administrativos para iniciar esta carrera no eran tan engorrosos, lo más difícil era que Silvia sería la primer mujer de la Iglesia Evangélica del Río de La Plata que decide estudiar teología con el objeto de realizar el trabajo pastoral dentro de la iglesia. Para las familias de la congregación como de muchas otras partes de Argentina, Uruguay y Paraguay, sería una cuestión de tiempo para ver la figura de una mujer en el cargo pastoral. Pero estaba claro para todos los miembros de la Iglesia que nada podía impedir un paso tan personal como el que había iniciado Silvia.
Esta vocación de la estudiante y posteriormente pastora, tiene raíces muy profundas en la convicción familiar de dar a conocer el Evangelio de Jesucristo. La familia materna ha recibido las bases de una formación en la fe muy especial. En muchas ocasiones han tenido que cultivar la fe en una forma de autodidacta (si cabe la definición de esa manera), las familias estaban solas en las tierras Alpachirenses y comenzaron a formar su comunidad de fe a principios del siglo XX. Dan su impronta en la historia de esta vocación al pastorado, las catequistas y los pastores que acompañaron hasta 1972 a todas las comunidades de la región sur de la provincia de Buenos Aires y este de la prov. de La Pampa.
Como primer pastor nacido en Argentina que trabaja en esa Congregación, tuve la dicha de poder transmitir con más facilidad el Evangelio en idioma Español. Esto fue parte de la decisión que tuvo Silvia: haber comprendido el mensaje de Cristo en toda su amplitud.
Años más tarde, ya casi terminando su carrera (25/07/1981), contrae matrimonio con Delcio Källsten también estudiante de teología. La ceremonia se realiza con todo su esplendor y con sentimientos emotivos que venían de la tierra natal de la familia en la prov. de La Pampa. Como Pastor de la Congregación tuve la dicha de transmitir la Bendición de Dios a este matrimonio, en las instalaciones que tiene la iglesia Anglicana de Bahía Blanca. Silvia y Delcio vuelven a terminar sus estudios en Buenos Aires en el Instituto Superior de Estudios Teológicos. Más tarde el Matrimonio fue bendecido por dos hijos: Andrés y Ana.
En noviembre de 1984 Silvia fue ordenada al pastorado y acompañó a la comunidad de Castelar en Buenos Aires y luego a la Congregación Evangélica en Gral. Ramírez prov. de Entre Ríos. Años más tarde (06/04/l993) y a una temprana edad (36 años) fallece dejando un sentimiento de dolor, de vacío y por supuesto de una gran tristeza a sus seres queridos y a todas las familias de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
A distancia podemos decir que la Pastora Silvia Ramírez plasmó en su corta vida la fe que trajeron los viejos abuelos inmigrantes que se radicaron en la zona de Alpachiri en la Provincia de La Pampa: de dar testimonio que el Dios de la vida nunca te abandona, aún en los momentos más críticos.

ECUMENISMO EN ALPACHIRI

El trabajo ecuménico (en conjunto con las otras denominaciones eclesiásticas) en Alpachiri no tuvo mucha prosperidad. Se han tenido contactos fraternos con los ministros de las iglesias (Iglesia Luterana Argentina y Católica Romana) pero no se hicieron tareas en conjunto. En dos o tres oportunidades se han compartido celebraciones específicas y que en cierta manera fueron organizadas por la iglesi en general y no tan localmente.
Conjuntamente con el Padre Sack de la Iglesia Católica Romana se ha organizado la parte cúltica que se haría con motivo del centenario de los inmigrantes de los “Alemanes del Volga”. Pero una vez organizado el desarrollo estuvo a cargo de otras personas. En especial los obispos de la Iglesia Católica que se habían acercado a Alpachiri de diferentes lugares de Argentina. El aporte que se ha podido hacer fue que del himnario evangélico se cantó con todo el pueblo el himno “Te alabamos oh gran Dios” (Grosser Gott wir loben Dich).
Los contactos con la Iglesia Luterana Argentina fueron buenos y de cortesía. En algunos casos se han tenido reemplazos por emergencias, en especial de sepelios.”
David Weiss

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