martes, 26 de julio de 2016

Acto de la recordación del atentado a la AMIA en Bahía Blanca

El 18 de Julio se cumplieron 22 años del atentado a la AMIA y como todos los años la Comunidad Judía hizo un acto recordatorio. Este año, nuestra pastora Estela Andersen fue invitada a compartir un mensaje en dicho acto, y ahora lo hacemos en nuestro blog:
"En este nuevo aniversario del atentado de la AMIA quiero traer a la reflexión las palabras del profeta Ezequiel 37:
“Mi Señor puso su mano sobre mí y, por su espíritu, me sacó y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasar por entre ellos en todas direcciones. Los huesos eran numerosos y cubrían la superficie del valle, y estaban completamente secos. Me dijo: “Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?” Yo le respondí: “Señor, mi Dios, tú lo sabrás.” Entonces me dijo: “Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: “¡Huesos secos, escuchen la palabra de mi Señor! Esto dice el Señor mi Dios a estos huesos: Voy a infundir en ustedes un espíritu, que les hará vivir. Les cubriré de tendones, haré crecer la carne en ustedes, les cubriré de piel, les infundiré espíritu, y vivirán. Y sabrán que yo soy su Señor.”
Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se oyó un estruendo. Hubo un temblor, ¡y los huesos se juntaron, cada hueso con su hueso!  Me fijé, y vi que se recubrían de tendones, que la carne brotaba y que la piel se extendía por encima. Pero no había espíritu en ellos. Él me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Esto dice el Señor mi Dios: “¡Ven, espíritu, de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que vivan!”» Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos. Entonces revivieron y se pusieron de pie: ¡Era un ejército enorme, inmenso!
Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: “Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros”. Por eso, profetiza, y diles: Esto dice el Señor mi Dios: Voy a abrir sus tumbas; les sacaré de ellas, pueblo mío y les llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabrán que yo soy su Señor cuando abra sus tumbas y les haga salir de ellas, pueblo mío.” Amén.
Después de 22 años, resulta difícil hablar sobre la esperanza de justicia, ya que el paso del tiempo nos va acostumbrando a la injusticia, a la impunidad, o tal vez nos va resignando ante ella. Son 22 años de dolor, de huesos que se van secando, porque cuando parecería que hay intenciones o pistas que llevan al esclarecimiento de este hecho aberrante, rápidamente se esfuman, desaparecen… Parecería que es mayor el miedo a sacar a la luz la verdad que vivir la vergüenza de ser cómplices, al menos a través del silencio, la indiferencia o la pasividad.
Después de 22 años vale la pregunta ¿tenemos que seguir año tras año reuniéndonos en esta fecha recordando estas muertes y reclamando justicia? ¿Hay alguien que nos escucha o cae en el vacío?
Al mismo tiempo se van sumando atentados en todo el mundo, el terrorismo sigue tratando de callarnos y meternos miedo, de dividirnos como humanidad cuando ocurren en países polémicos o poderosos. Pero son personas asesinadas, que mueren sin sentido, sembrando el dolor una y otra vez, y si nos dejamos vencer y nos callamos, seremos muertos vivientes, nosotros mismos nos encerraremos en nuestras tumbas, seremos huesos secos junto al resto de la gente que por su desesperanza ya lo son, que creen que nada puede cambiar.
Dios le dice a Ezequiel que profetice sobre los huesos secos que están desparramados por el valle, y mientras lo hace se cubren de tendones, de carne y de piel, luego también el espíritu entra en los cuerpos, recobrando así la vida. Algo que parecía imposible hasta para el mismo profeta, Dios lo hace posible a través de su clamor. La voz del profeta despierta los huesos secos.
Al igual que el profeta somos llamados a profetizar, a reclamar justicia y a creer que nuestro Dios de justicia tiene el poder para que se haga realidad. Que nada puede frenarnos y que somos muchos los y las que deseamos vivir en un mundo de Justicia y Paz.
No podemos permanecer indiferentes, no podemos callarnos, no podemos perder la esperanza de que si año a año insistimos, seremos escuchados, aunque aún intenten callar nuestro clamor con la muerte, como ya ha pasado.
Hoy recordamos que hace 22 años los argentinos y argentinas fuimos sorprendidos por un ataque terrorista, el segundo después de la embajada de Israel. Hoy, con tantos atentados en el mundo, los que se hacen mediáticos y los que ocurren casi en silencio, nos damos cuenta de que somos parte de un mundo en donde no hay fronteras para el horror. Por eso hoy también es hora de que nos demos cuenta que tampoco hay fronteras para la denuncia, para el clamor, para el pedido de justicia, porque sólo nuestras voces podrán dar vida a los huesos secos que esperan que cumplamos la voluntad de Dios, porque sólo el Señor puede abrir nuestras tumbas y hacernos salir de ellas, de nuestro egocentrismo. Amén."

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