miércoles, 8 de marzo de 2017

“¿Acaso te estoy tratando injustamente?” - Día Mundial de la Oración 2017 en Bahía Blanca

El sábado 4 de Marzo, a las 19 hs., en el templo de la Iglesia Evangélica Valdense de Bahía Blanca, en Villarino 30, celebramos el Día Mundial de la Oración por Filipinas, bajo el lema "¿Acaso te estoy tratando injustamente?".
Fue organizado y preparado por mujeres del las Iglesias Metodista de Villa Rosas, Evangélica del Río de la Plata y Valdense.
Comenzamos la celebración proyectando un video con imágenes de Filipinas y música típica
Luego una mujer encendió la vela del altar. y fue anunciando a las mujeres que iban entrando, según la propuesta de las mujeres del Comité Nacional de Filipinas:
 Merlyn, de Mindanao, con una jarra de agua. Filipinas es un país en donde el agua abunda.
Celia, de Luzón, con un ramo de espigas de arroz y caña de azúcar, base de la producción agrícola.
Edita, de Visayas, con una botella de aceite. La comida filipina, en gran parte, es frita.
Una mujer entra bailando con una tela artesanal, propia de la industria filipina.
La mujer del cuadro entró con una balanza en la mano y un ojo tapado, representando la justicia humana.
Luego entraron niños y niñas con fruta, arroz crudo y pescado seco, productos básicos de la dieta filipina.
Cada elemento fue colocado sobre el altar cuidadosamente.
Finalmente entraron dos mujeres con el cuadro con el que se promocionó el DMO 2017.
El cuadro fue realizado por Rowena “Apol” Laxamana-Sta.Rosa, de 32 años, madre y ama de casa a tiempo completo, y una diseñadora gráfica independiente.  Es miembro de la Iglesia Metodista Unida y vive en Cavite, Filipinas. Luego que el tifón Ondoy azotara las Filipinas, se convirtió en voluntaria en 2009  junto a grupos ecuménicos y de la iglesia. En ese momento descubrió que tenía talento como pintora y donó su arte a actividades de hermandad de mujeres y a otros programas eclesiales.
El nombre del cuadro es "Una mirada a la situación de las Filipinas".
Dios le dio a las Filipinas recursos abundantes, tanto humanos como materiales.  Dios es un gran proveedor y las provisiones son para toda la creación. Esto es una muestra de la justicia económica de Dios en contraste con la economía en la cual el poderoso y el fuerte se apropia de los recursos divinos para sí y sus familias. El reino de Dios provee para todos y todas, hasta para quien no lo reconocen. 
La iglesia continúa recordándonos que toda la gente son bienvenidas en el Reino. La mesa alargada de la cena simboliza el acceso de las provisiones de Dios. Jesús dijo, “he venido para que todos tengan vida y que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10)
Tres mujeres fueron llevando adelante la celebración, comenzando por el saludo:
 "En las Filipinas nos saludamos con la palabra: “¡Mabuhay!”
Esta es una palabra de nuestro idioma Tagalog y significa varias cosas como “¡Vivan!” o “¡Salud!”,  “¡Bienvenidos y bienvenidas!” y “¡Bravo!” ¡Mabuhay!"
Luego las tres mujeres caracterizadas de las tres regiones de Filipinas se presentaron junto a su dura realidad:
 "Yo soy Merlyn y vengo de Mindanao, una isla en el sur de las Filipinas. Cuando tenía siete años, mi madre, una víctima de violencia doméstica, murió de cáncer. Un mes después vi que mataron a mi padre a tiros por un problema de tierras. Tuve que buscar un empleo para que mis hermanos más chicos pudieran ir a la escuela. Subí a un barco con un agente de empleo que me llevó a la gran ciudad de Manila. Tenía 15 años, pero mentí, dije que tenía 18 para conseguir el trabajo. La agencia de empleo me colocó con una familia donde trabajé como sirvienta para todo, los siete días de la semana, sin día libre. 
Después de haber trabajado durante tres meses, aún no me pagaron mi salario, de manera que renuncié y me fui. Mi patrona me denunció por hurto calificado: decía que le había robado los aretes a su hija. Pasé tres días y dos noches en un calabozo de la prisión municipal. Con la ayuda de un abogado cristiano que ofrecía sus servicios gratuitamente, gané el juicio por prácticas injustas contra mi empleador. También gané el juicio por robo calificado y recibí una compensación. Quedé libre de antecedentes penales. 
Mi historia es igual a la de muchas chicas que vienen de las zonas rurales y a las que salen del país para trabajar en el extranjero. La situación económica nos obliga a migrar a las ciudades y al extranjero. Apenas terminamos la educación primaria, y ya estamos trabajando como domésticas. Nos abusan y nos tratan injustamente, a pesar de que en el año 2012 se aprobó una ley para regular el trabajo doméstico. Es la ley “Kasambahay”, la palabra en filipino se refiere trabajadores/as domésticos/as.
La ley Kasambahay es el resultado de una larga lucha del pueblo por la protección del trabajador y trabajadora doméstica. Somos más de dos millones los filipinos que trabajamos en el servicio doméstico, necesitamos un trabajo decente para salir de la pobreza."
"Yo soy Celia, obrera en una plantación de azúcar y madre de un niño. Trabajo en una de las grandes plantaciones de azúcar en Luzón Central, la gran isla al norte de las Filipinas. Mi jornal no alcanza para alimentar a mi familia. Debido a nuevas prácticas en el cultivo y la mecanización en la hacienda disminuyeron los días en que hay trabajo para los obreros, y generalmente trabajo solamente dos días por semana.
Para aumentar mis entradas para la familia vendo croquetas de pescado y sagú los días de clase y también lavo para otras familias, o trabajo como promotora de jabón y pasta dental en la calle. Pero aunque trabajo duramente, no gano lo suficiente para poder poner tres comidas en la mesa, o para  poder conectar el agua a mi casa. Tengo que ir a buscar agua a una bomba pública.
Como unos 5.000 trabajadores rurales espero que llegue el día en que me den un pedazo de tierra para cultivar en esta plantación de 6.453 hectáreas. Los propietarios han prometido que repartirían tierras a beneficiarios calificados, en el marco del programa gubernamental de la Reforma Agraria Comprehensiva. Debemos seguir luchando por nuestro derecho de llevar una vida decente."
 "Yo soy Edita, tengo 69 años, soy viuda, mis tres hijos están casados. Vivo en la ciudad de Ormoc en el centro de las Filipinas donde nos azotó el tifón Yolanda. Perdí mi comercio y mi casa, pero pude salvar la vida. Ahora vivo en una cabaña improvisada con una vecina y compartimos la comida. Todavía no recibí ayuda para reconstruir mi casa, pero estamos agradecidas  por la ayuda que nos prestan las organizaciones que se preocupan por las víctimas del tifón. La agencia ChristianAid me pagó unos trabajos.
El tifón Yolanda dejó una herida profunda en mi vida. Estoy buscando un trabajo y una nueva casa. El programa de rehabilitación del Gobierno es tan lento, a pesar de los miles de millones de dólares que la comunidad internacional ha donado en respuesta a la destrucción terrible y extendida del tifón.  En tiempos como este nos damos cuenta de que la solidaridad es nuestra fuente de fortaleza."
Después de la confesión de pecados, la mujer del cuadro nos recuerda la gracia de Dios diciendo:
"“Escúchenme ustedes, los que me buscan y van en pos de la justicia: ustedes volverán en paz; los montes y las colinas cantarán al paso de ustedes, y todos los árboles del campo aplaudirán.” ((Isaías 51:1, 55:12)
Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida y que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10) Dios nos perdona y nos libera para poder comenzar de nuevo desde el fondo de nuestro corazón."
La lectura bíblica, Mateo 20:1-16, se presentó de manera teatralizada, siendo los niños/as y jóvenes los/as actores.
Una vez finalizada la dramatización, la pastora Estela Andersen explicó algunos detalles del relato y llamó a la reflexión desde el modelo económico al que Jesús nos desafía.
Después, tres mujeres compartieron el llamado a reflexión de las mujeres filipinas:
  • Jesús les habla a los discípulos del Reino de los Cielos. El Reino de los Cielos es como el dueño de una finca que sale varias veces en el día a contratar trabajadores para su viña, y les paga a todos un denario por su trabajo.
  • En tiempos de desempleo nos alegramos de que con el pasar del día se fueran contratando más obreros. Sin embargo, si hubiéramos estado entre los primeros, es probable que nos quejáramos si nos pagan lo mismo como lo que les pagan a los que fueron contratados al final.
  • Entre los cultivadores de arroz en las Filipinas, se llama a los vecinos para plantar y cosechar el arroz. Nadie recibe un salario, pero la cosecha se reparte entre todos. Esta práctica se llama “dagyaw”.
  • Dagyaw es una buena práctica para formar y sostener una comunidad, es un ejercicio actualizado del cuidado y la atención que nos debemos recíprocamente.
  • En el relato bíblico Jesús usa la generosidad del dueño de la finca para ayudarnos a entender cómo es el Reino de los Cielos. ¿Por qué aquellos que pasaron la mayor parte del día sin trabajar reciben el mismo jornal como aquellos que trabajaron todo el día? (pausa) ¿Cómo el dagyaw puede ser comparado con la generosidad del propietario?
  • ¿Quiénes son los “últimos” en nuestra comunidad? (pausa) ¿Los invitaríamos a trabajar en la cosecha? (pausa) ¿Dónde vemos el llamado de Dios a participar en acciones de justicia? (pausa) ¿Cómo responderíamos al llamado de Dios? (pausa) Compartan las reflexiones y respuestas con la persona que tienen al lado.
Luego, la comunidad presente, así como estaba sentada en el templo, tuvo unos 10 min. para reflexionar acerca del desafío que nos presenta el mensaje de Jesús.
 "El tiempo de la cosecha es un tiempo de abundancia. Es un tiempo para celebrar. Los invitamos a acercarse y a recibir el fruto de nuestra cosecha: este es vuestro dagyaw! Los frutos de la justicia sostienen nuestra esperanza y nuestro compromiso, nos inspiran a seguir adelante a pesar de los obstáculos."
Con estas palabras, los niños/as repartieron bolsitas de arroz a los/as presentes
como un símbolo de la generosidad y del compartir.
"Dios de Amor, te ofrecemos estos frutos que simbolizan los frutos de la liberación del espíritu, y cuando maduren, la justicia prevalecerá. Te pedimos que transformes nuestro pueblo y nuestra sociedad en seres humanos llenos de compasión y amor.
Dios de la Vida, tú que haces que las semillas lleven fruto, oramos por las personas que participan en el misterio de la siembra y en la alegría de la cosecha. Que nuestra siembra de justicia pueda florecer como una planta que crece junto al agua viva, al agua de tu gracia. Ofrendamos estos frutos de justicia en el deseo de comprometernos a traer esperanza a este mundo injusto. Ofrecemos nuestras manos, dispuestas a plantar y cuidar las plantas, hasta que llegue el tiempo de la cosecha. ¡Purifícanos, transfórmanos, libéranos, deja que nuestra cosecha se conserve. Úsanos por tu voluntad y para tu gloria. Amén."
Esta oración invitó a dar a quienes acababan de recibir, ahora en ofrenda a Filipinas, y el trabajo con niños/as y mujeres de ese país.
Dios bendice siempre, por lo que tuvimos la alegría de reunir $1157
Finalmente, llegó el momento de la oración de intercesión, que la hizo un grupo de personas bien heterogénea, y la comunidad respondía en forma antifonal:
Soy una niña y necesito que me brinden cuidados de salud.
Comunidad: Dios de esperanza y reconciliación, inspíranos a cuidar a nuestros niños y niñas, y a aliviar su sufrimiento. ¡Ayúdanos, oh Dios!
Yo soy un obrero que trabaja en el extranjero. Necesito leyes justas.
Comunidad: Dios de la justicia y la liberación, estamos dedicados a la tarea de erradicar las causas de la injusticia que amenazan la dignidad humana. ¡Ayúdanos, oh Dios!
Yo soy joven, necesito una formación. Quiero ir a estudiar.
Comunidad: Dios, nuestro maestro y guía, brinda a todas las personas la oportunidad de desarrollar todas sus capacidades y a realizarse con los talentos con que fueron creadas. ¡Ayúdanos, oh Dios! 
Yo soy una persona indígena. Quiero conservar la herencia que mi pueblo recibió de Dios.
Comunidad: Dios, Creador nuestro, nos dedicamos a construir una comunidad global de amor, justicia y servicio. ¡Ayúdanos, oh Dios!
Yo soy productor, yo soy trabajador rural. Queremos conocerte mejor y responder a tu llamado a actuar, para que lleguemos a ser agentes de cambio.
Comunidad: Dios de amor, justicia y de servicio, ayúdanos a ser semillas del cambio, instrumentos  de tu voluntad cuando establezcas tu reino de Shalom.
La bendición la hicimos cantada, deseándonos mutuamente la bendición de Dios, diciendo:
Recibirás bendición y te alcanzará cuando oigas la voz del Señor. Pueblos de toda la tierra compartirán tu amor por el nombre de Dios.
Bendito/a serás al entrar. Bendito/a serás al salir. El Señor bendecirá el fruto de tu vida, el fruto de tu tierra. El Señor bendecirá.
Este es el grupo que estuvo trabajando durante parte de Diciembre y parte de Febrero. ¡Muchas gracias por la buena onda!
Un vez finalizada la celebración, invitamos a la gente a degustar las deliciosas comidas preparadas con ingredientes típicos de Filipinas. Incluso, algunas mujeres se animaron a seguir algunas recetas del país. que salieron exquisitas.
Muchas gracias a quienes se animaron a salir de sus casas a pesar del tiempo (terrible lluvia) y a disfrutar de esta propuesta que año a año nos acerca el Día Mundial de la Oración.
Les esperamos el 2 de Marzo de 2018, en donde Suriname nos dice "Toda la Creación de Dios es muy buena", y a las mujeres que deseen ser parte de la celebración, acérquense a nosotras para disfrutar de esa enriquecedora experiencia en Diciembre de este año.

Estela Andersen

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