martes, 5 de abril de 2016

Culto y Boda en Bahía Blanca

El domingo 3 de Abril, en la comunidad de Bahía Blanca, en Castelar 2257, durante el culto celebramos la bendición nupcial de Graciela Susana Gamero y Alberto Reinaldo Philippi.
Comenzamos la ceremonia con algunos versículos del Salmo 23:

“El Señor es mi pastor, nada me falta.
Por prados de fresca hierba me apacienta.
Hacia las aguas de reposo me conduce,
aunque pase por valle tenebroso,
ningún mal temeré, porque el Señor va conmigo.
Sí, dicha y gracia me acompañarán
todos los días de mi vida:
mi morada será la casa de Dios
a lo largo de los días.” Amén.
Luego compartimos una oración comunitaria por los novios:
Señor, estamos reunidos para celebrar el matrimonio de Graciela Susana Gamero y Alberto Reinaldo Philippi. Te pedimos que los bendigas y les des siempre el valor necesario para afrontar las situaciones difíciles, que tus palabras les sean una guía y les resulten más valiosas que el oro más fino; más dulces que la miel. 
Esta bendición que hoy celebramos, no la buscan por mostrar una apariencia, sino porque el amor que los une es un don de tu gracias, Señor, y no algo casual que los ha llevado a conocerse. Por ello te queremos agradecer y alabar.
Señor, nuestro Dios, te confiamos a esta pareja para que tú la bendigas y la conserves en todos los caminos en lo alto y en lo bajo de sus vidas. Ilumina a esta pareja a través de tu Espíritu Santo, que reconozca tu voluntad y que viva siguiendo el mandamiento del amor que Jesús nos dio. Amén.
El texto elegido para el mensaje para los novios fue Cantar de los Cantares 8:5-7:

“Ponme como sello en tu corazón,
como un sello en tu brazo.
Que es fuerte el amor como la muerte,
implacable como el sepulcro la pasión.
Flechas de fuego, sus flechas,
una llamarada de mi Señor.
No pueden los torrentes apagar el amor,
ni los ríos ahogarlo.
Si alguien ofreciera
su fortuna a cambio de amor,
ciertamente sería despreciado.” Amén.

Dice el libro de los Cantares flechas de fuego son las del amor, un fuego que viene de Dios, “una llamarada de mi Señor”, una llama.
Enciendan esta vela. Para los cristianos y cristianas, la vela encendida simboliza la presencia de Dios, de su Espíritu, por eso encendemos velas cada vez que tenemos nuestro momento con Dios.
Cuando dos personas se aman y deciden caminar juntas, Dios, que es Amor, y que las ha bendecido con ese amor, es la llama que mantiene unida la pareja, y cuando Dios une, nada lo puede separar, ni puede la llama de ese amor ser apagada, ni por torrentes ni por ríos.
El amor, cuando viene de Dios, es fuerte, y ustedes lo saben, pueden pasar muchas cosas, pero aunque a veces la llama es débil, sigue encendida. Igual que un sello, un tatuaje, en el brazo, acompaña toda la vida a quien se lo hace, aunque la piel se envejezca… permanece ahí, firme…
Silvio Rodríguez hizo una canción que dice así:
“Te amaré, te amaré como al mundo
Te amaré aunque tenga final.

Te amaré, te amaré en lo profundo
Te amaré como tengo que amar.

Te amaré, te amaré como pueda
Te amaré aunque no sea la paz.

Te amaré, te amaré lo que queda
Te amaré cuando acabe de amar.

Te amaré, te amaré si estoy muerto
Te amaré el día siguiente además.

Te amaré, te amaré como siento
Te amaré con adiós, con jamás.

Te amaré, te amaré junto al viento
Te amaré como único ser.

Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después, te amaré.”

La letra de esta canción resume el amor que los une, ese amor que los ha unido a ustedes y del que habla el libro de los Cantares, “Que es fuerte el amor como la muerte”.
Así como esta vela que sostienen tiene un tiempo, así también sus vidas, pero el amor es tan fuerte que trasciende la muerte, aunque la llama de la vida aquí se acabe, seguirá encendida en la eternidad. Uno se irá y el otro lo seguirá, y se unirán nuevamente en la plenitud de Cristo.
Así como esta vela es delicada, también la relación de ustedes dos lo es, y lo saben: cuídense mutuamente y mantengan siempre encendido ese amor que los une. Graciela y Alberto, ¡Que Dios los bendiga!
Después de las promesas mutuas, los novios intercambiaron anillos como símbolo de unión y una señal para el camino que ya hace varios años recorren juntos.
Graciela y Alberto se arrodillaron delante del altar y oraron junto con toda la comunidad:
"Señor, nuestro Dios, te pedimos que estés con esta pareja. Únelos en la fe en Jesús y guíalos en tu Espíritu. Dales un hogar en tu congregación, donde puedan escuchar tu palabra, donde encuentren orientación y donde puedan encomendarte sus preguntas y preocupaciones. Bendícelos para que encuentren alegría el uno en el otro y para que crezcan en días buenos y en tiempos difíciles. Necesitan paciencia, necesitan perdón. Dales tu Espíritu para que busquen eso en ti. Amén."
Luego recibieron la bendición bajo la imposición de manos:
"Que el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo bendiga el matrimonio de ustedes. Que Él les ilumine por medio de su palabra y les colme de su gracia. La paz sea con ustedes."
Recibieron una Biblia como la lámpara que alumbre sus pies a cada paso.
Luego celebraron la Santa Cena con toda la comunidad, y continuó el culto de forma tradicional.
¡Que Dios los bendiga en este camino nuevo, bajo la bendición de Dios en comunidad!

Estela Andersen

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