viernes, 14 de agosto de 2015

¿Cuál es el sentido de la vida?

Reflexión a partir de Marcos 6:30-14
"Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
Él les dijo:
—Vengan ustedes aparte, a un lugar desierto, y descansen un poco.
(Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.)  Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. Pero muchos los vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él. Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas." Amén.
¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Tiene sentido esta vida?
Nosotros, los seres humanos igual que el resto de la naturaleza formamos parte del ciclo de la vida: nacemos, crecemos, nos reproducimos, morimos… y pasamos al olvido…
¿Quién recuerda o conoce a todas las personas que murieron antes que nosotros?
Ya pasamos el año 2000, vivimos en el año 2015… ¿cuánto tiempo hace que el ser humano habita la tierra? ¿dónde están los restos de todos los animales, plantas y personas que murieron?
Se transformaron en tierra, nada más… sólo quedan restos fósiles de algunos seres por haberse encontrado en condiciones muy especiales, pero la mayoría, se transformaron en tierra.
Y la verdad es que los seres humanos, que nos sentimos tan importantes hoy, mañana desapareceremos… seremos tierra… como todas las personas que estuvieron antes que nosotros, y que ya no sabemos quienes fueron, cómo eran, qué sentían.
La pregunta entonces es ¿dónde quedan las corridas, las amarguras, los sinsabores, la locura de la vida cotidiana? ¿Cuál es el sentido de todo eso si mañana ya no queda nada?

Pablo, en su carta a los Efesios (2:12-22), dice “Dios es nuestra Paz”, a través de su muerte en la cruz le dio muerte a la enemistad. La enemistad es uno de los grandes problemas en el mundo, en lo grande y en lo chico. En lo grande, porque toda guerra parte de la enemistad o el desentendimiento de dos líderes o dos pueblos, y en lo chico, los tantos problemas que tenemos por tonterías dentro de la comunidad, el pueblo o la familia… La enemistad, la falta de amor, de perdón, de reconciliación, d misericordia… esto es vivir sin esperanza… sin Dios.
¿Con cuánta gente nos encontramos que está así? ¿Cuántas veces nosotros nos sentimos así?... no le encontramos el sentido a nuestras vidas… sólo vemos lo negativo… y pretendemos que alguien de afuera nos solucione lo que en realidad nos pasa por dentro…

Después de que los discípulos habían salido de dos en dos para proclamar la palabra de Dios y mostrar el Reino de Dios, Jesús los recibe, quiere saber cómo les ha ido, que cuenten su experiencia, pero también que descansen, que puedan procesar todo lo vivido. Por eso los invita a descansar en un lugar tranquilo, porque “los que iban y venían eran tantos que no les quedaba tiempo ni para comer”… la locura de las corridas, la exigencia de la vida cotidiana… gente sin Paz, gente sin Dios, que buscaba ayuda, que buscaba consuelo…
Y a pesar de todas las intenciones, toda la buena voluntad, de ir a un lugar tranquilo… no hubo manera… entonces Jesús mira a esa gente que los sigue y siente compasión de ellos… “porque estaban como ovejas sin pastor”, estaban desesperados, desconsolados, angustiados, buscando…
Hoy también hay tanta gente así… por eso tantos psicólogos, tanta venta de libros de autoayuda de todo tipo, tantas religiones o grupos espirituales nuevos, tantas adicciones o evasiones… tantas propuestas para silenciar nuestras cabezas y llenarnos de actividades, viajes, cosas… para no pensar en el sentido de la vida, de nuestra vida… esta vida, que igual pasa… y llega al final… a la muerte… a la nada…
Tanta gente sufriendo en el mundo y a nuestro alrededor por no encontrarle el sentido a la vida, porque equivocadamente piensan, y pensamos, que la felicidad es no tener problemas, no tener preocupaciones… Cuando la felicidad es cuando estamos en Paz: en Paz con nosotros mismos, en Paz con los demás, porque creemos en Dios, porque tenemos esperanza, porque tenemos un pastor, pertenecemos a Cristo, porque en la cruz murió también la enemistad… sólo queda el amor… y el amor nos libera de todo lo que nos ata y nos quita la Paz.

Jesús nos mira con misericordia y nos enseña a vivir cada día como el único, disfrutando del milagro de la vida, y nos invita a transmitir esta Paz, que él nos da, a otras personas, para ir construyendo así, en lo cotidiano, el Reino de Dios, ese Reino de Paz que tanto necesitamos. Amén.

Estela Andersen
Pastora de la IERP
Octavo domingo después de Pentecostés
19 de Julio de 2015
Alpachiri – La Pampa

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