martes, 8 de febrero de 2011

Campamento de Jóvenes

El 1 de Febrero, pasadas las 15 hs. salimos con rumbo a La Boca, Viedma, en donde íbamos a tener nuestro campamento. Viajamos en dos autos y con 3 chicos de Apachiri, La Pampa, y 3 de Bahía Blanca.
Después de haber pasado por nuestro templo en Patagones, llegamos al Camping de Viarse.
Los chicos no se conocían entre sí, así que andaban medio perdidos, armando las carpas y acomodándose. Lucho y Zulema, los papás de Dianela, nos ayudan a ubicarnos.
En la cena comimos pizza y después tuvimos el devocional de la noche.

A la mañana del 2, a pesar del frío, salimos temprano de las carpas para preparar el tradicional matecocido. Como nos olvidamos la tapa de la olla, aprovechamos la otra para calentar el agua ¡lo peor fue que la garrafa venía medio vacía, así que apenas logró entrar en hervor!
Pero los chicos desayunaron contentos. Había un largo día por delante y mucha expectativa.
Tuvimos el devocional de la mañana. Todos los días después del desayuno y antes de irnos a dormir cantábamos, leíamos un texto bíblico y compartíamos nuestras impresiones y desafíos.
Todas las mañanas los chicos trabajaban en grupos viendo diferentes personajes de la Biblia que tienen que ver con la Historia de la Salvación.
El primer día vieron a Abraham e Isaac.
Después de reflexionar en grupos compartían un plenario.
La idea era que los chicos mismos también hicieran la comida, por lo que el primer día cocinaron un guiso de fideos...
... aunque eran más los que miraban, porque el espacio para trabajar era muy reducido.
Después comieron...
... algunos más entusiasmados que otros... parece que el guiso y los fideos no son la comida predilecta de estos jóvenes.
Después de un rato de descanso nos fuimos a la playa, a retozar.
Aunque el viento estaba fresquito, la arena estaba linda, calentita.
Compartimos unos tererés y pan con dulce.
Los chicos se enterraron mutuamente.
Jugaron al tejo.
Y la actividad de esa tarde que era una competencia de castillos de arena. Aquí los vemos:
El castillo de Leila, Matías, María y Dianela...
... y el de Cristian, Manolo, Alex y Alan... que después de mostrarlo al jurado (que llegaron a la noche y lo vieron en fotos) salió el castillo ganador, por un voto más que el otro.
De regreso al camping, nos esperaba una gran sorpresa: Lucho y Zulema, los papás de Dianela, y un amigo de ellos, Miguel, nos trajeron algunas comodidades: luz.
Una mesita y banquitos para todos.
Otra carpa más, que se transformó en la suite del campamento.
Aquí la vemos a Zulema, Miguel y Lucho, junto a Walter, que está con la cámara en mano.
Lucho se puso a hacer unos chorizos a la parrilla.
Que fueron la alegría y el placer de toda la muchachada.
De postre trajeron naranjas... ¡toda una fiesta!

A la mañana siguiente era otra cosa, el desayuno y el devocional lo hicimos alrededor de la mesa y sentados sobre los banquitos.
Ese día los chicos vieron a Jacob y Moisés.
Y compartieron sus impresiones en el plenario.
De tarde fuimos a una de las playas cerca del faro.
Los chicos nuevamente pasaron horas remojándose en el mar.
Mientras que las chicas no estaban tan decididas, por el fresquete que hacía.
Después de la merienda los chicos demostraron su "gran" fuerza tirando piedras de tierra que se rompían al caer.
La actividad de ese día era una caminata por la playa en búsqueda de caracoles. Realmente un paisaje hermoso.
Aquí están: María, Dianela, Leila, Manolo, Matías, Cristian, Alex y Alan, recostados contra el acantilado.
Después de haber juntado muchos caracoles y piedras volvimos para donde estábamos.
Una última miradita al mar... ¡y a bañarse y cenar en el camping!
Esa noche tuvimos la alegría de recibir la visita de Miki, el papá de Cristian, que nos acompañó en la cena, trajo papas fritas y palitos, y se quedó con nosotros, durmiendo en su camión.
Y una vez terminado el día, como todas las noches, celebramos el devocional.

El cuarto día de campamento amaneció bastante ventoso. Miki desayunó con nosotros y se fue a trabajar.
Nosotros también nos pusimos en actividad. Durante la mañana trabajamos con el tema de ese día: David y los Profetas.
Después del almuerzo nos encaminamos al mar. Como la arena azotaba con fuerza, decidimos caminar para el lado de los acantilados.
Las chicas se acostaron al sol en medio de una isla que se había formado en la playa.
Y los chicos... ¡al agua! como todas las tardes, independientemente del frío que hiciera.
Las chicas se pasaban crema y disfrutaban del sol junto a los mellis.
Después, como el sol "picaba", María y Dianela se metieron a una lagunita que tenían al lado, para tomar tereré.
Pero la tranquilidad duró poco... pronto llegaron los chicos para calentarse en el agüita en donde estaban las chicas.
Y ahí se pasaron la tarde, remojándose...
... y de a ratos con guerra de arena.
Los mellis aprovecharon la ocasión para armarse una canchita de tejo a su medida y a jugar. Por si tienen curiosidad del resultado: hubo empate.
Ya de regreso al camping, los chicos mostraron su creatividad a través de artesanías hechas con los caracoles y las piedras que habían juntado el día anterior.
Todos estaban atentos y entusiasmados.
Las chicas se destacaron en esta actividad por su habilidad de trenzar los hilos...
por su creatividad y buen gusto.
Enseguida, antes de la cena, se armó una tormenta de arena que no se podía estar. Comimos, oramos el Padrenuestro y nos fuimos todos a las carpas, a dormir, esperando que el temporal se calmase para tener un buen día mañana.

Pero no fue así. El día amaneció frío y lluvioso, por eso, después de desayunar rápidamente, nos fuimos a la casa de Patricia, la mamá de Manolo, muy cerca del camping, y allí llevamos adelante las actividades de la mañana.
Hicimos el devocional.
Trabajamos en grupos.
Unos quedaron en el quincho...
... y otros trabajaron dentro de la casa.
El quinto día de campamento tocaba hablar sobre Jesús y el comienzo de la Iglesia.
Después del plenario nos encaminamos al camping, ya que el día había mejorado y podíamos comer allá.
Así que nos apretujamos dentro del auto...
... y marchamos lentamente.
Después del almuerzo, fuimos a la Lobería.
Un lugar hermoso en donde está la mayor colonia de lobos marinos del mundo.
Vimos el Museo de la Fundación que cuida este lugar.
Este es el esqueleto de una ballena. La más pequeña de todas las especies de ballenas.
Vimos también los lobos marinos...
... que después pudimos apreciar desde los acantilados.
¡Miren que hermoso!


Ya de tardecita nos volvimos al camping para hacer la actividad de ese día: pintar una bandera en donde los chicos expresaran lo vivido en el campamento.
Todos dejaron su huella en la tela.
Cada uno escribió su nombre de la manera que mejor le parecía.
Manolo no podía terminar por el entusiasmo que tenía, así que mientras que los demás ya estaban en el fogón... él seguía tirado pintando su nombre.
¡Aquí está el resultado!
Por supuesto el tradicional pan de palo no podía faltar.
Salieron panes de todo tipo.
Aunque cansados, los chicos no podían dejar de cocinar sus panes y devorarlos.
El campeón: Matías, que comío 5 panes con salchicha.

Pero nada es para siempre, por lo que el sexto día tocó desarmar todo, el campamento llegaba a su fin.

Siempre provoca algo de tristeza este momento.

Ahora ¡a cargar los bolsos y demás!
Después celebramos un culto en nuestro templo en Patagones...
... con toda la comunidad...
... y los chicos, que fueron la alegría de la gente y por quienes se agradeció, oró y pidió la bendición de Dios.
Después compartimos un almuerzo a la canasta... y cuando creímos que ya nos estábamos yendo...
... el auto de la congregación no quería arrancar, aparentemente por un problema eléctrico.
Zulema y Lucho vinieron en nuestro socorro, pero al ver que no podían hacer nada, resolvimos que nuestro viejo y querido Peugeot tirara del Fiat, así llegaríamos a Bahía Blanca.
Los chicos subieron...
... ¡arranacamos!!!
Así fuimos hasta casi llegar a Villalonga. Por curiosidad Walter probó a ver si quería arrancar, ¡y arrancó! Así pudimos seguir el viaje... pero sin apagar más el auto. Ya eran más de las 18 hs., a las 21.30 hs. estábamos en casa, sanos y salvos. ¡Gracias a Dios!

Aquí están los chicos con su bandera: Dianela (Patagones), Cristian (Bahía Blanca), Manolo (Patagones), Leila (Alpachiri), Matías (Alpachiri), Alex (Bahía Blanca), Alan (Bahía Blanca) y María (Alpachiri), y por supuesto, Jonás y Benjamín, los mellis, que están en todas las actividades.
¡Muchas gracias, chicos, por haber estado y por toda su buena onda! ¡Muchas gracias a los papis que brindaron las posibilidades para que esto fuera posible! ¡Muchas gracias a todos los que de alguna manera ayudaron y facilitaron las cosas para que pudiéramos concretar este campamento! Y sobre todo ¡gracias a Dios que nos acompañó, protegió y bendijo en todos estos días!

Estela Andersen

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