miércoles, 4 de diciembre de 2019

1er Domingo de Adviento

“…ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.” Mateo 24,44


Comenzamos el tiempo de Adviento, tiempo de preparación y espera, puesta nuestra mirada en ese niño del pesebre. Un niño a través del cual Dios irrumpe en medio de la historia humana para cumplir su promesa y hacerse presente, de una vez y para siempre, en la cotidianidad de nuestras vidas.  Como ocurre habitualmente, donde la espera se conjuga con la ansiedad, así también este tiempo. Un tiempo litúrgico de cuatro domingos donde, camino a Navidad, nos vamos predisponiendo a recibir a ese niño de Belén en medio nuestro. El Adviento, tiempo donde centramos nuestras vidas en torno al gozo y la alegría navideña venidera, es un tiempo que nos recuerda que la venida del Señor está cerca. Llegada que será de improviso, por eso Jesús compara el tiempo de su venida con los días de Noé, para darnos a conocer cuán repentino será su arribo. La gente estará en sus quehaceres diarios, y de repente vendrá el Señor. A unos los tomará por sorpresa, a otros no. Hay quienes estarán atentos a las señales que habrá en esos días, quienes estén a la expectativa del arribo del Señor, serán quienes estén listos y preparados para su venida. Hay quienes no. Por eso la exhortación de  mantenerse atentos y dispuestos para cuando ello ocurra. De alguna manera, anticipar la venida del Mesías como el relato hace, tiene el propósito de ayudarnos a estar preparados y conscientes de lo que está sucediendo. ¡Velad y estad preparados!, después de todo, el Adviento, es la esperanza de la venida de Dios que de muchas formas nos visita.

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