El sábado 18 de Mayo, con los chicos y chicas de Alpachiri, estuvimos viendo la parábola de la levadura en la harina y la semilla pequeña que crece hasta ser un gran árbol.
Pero como para comprender la historia de Jesús, lo hicimos directamente.En un recipiente pusimos mucha harina y un poco de levadura,
también agregamos azúcar, manteca y aceite, leche tibia y unos huevos, como para hacer algo bien rico.
Los chicos y chicas vieron como hubo que amasar bastante, trabajar bien la masa, para que se formara tierna y suave. Y entonces... la dejamos descansar.
Después, cada uno puso tierra en unas macetitas hechas de fondo de botellas de gaseosas descartables,
plantaron una semillita de manzana,
Walter les puso agua (para evitar una inundación). Y así quedaron las semillas esperando su tiempo de brotar y crecer... esto es un largo porceso de paciencia y cuidado.
Mientras tanto, la masa había crecido y era el momento de hacer los bollitos, suaavemente, con mucho cuidado y cariño, para que la masa pueda seguir creciendo.
Como había que esperar que los bollitos leudaran y después se cocinaran en el horno. Hablamos acerca de cómo podemos hacer para trabajar para el Reino de Dios, para que crezca, ya que todos somos los amigos y amigas de Jesús, y queremos que muchos más también lo sean. Después hicieron dibujos que mostraran lo que habíamos estado haciendo.
También mientras esperábamos, jugamos algunos juegos.
Y de repente sentimos un riquísimo aroma que nos decía que ya estaban listos nuestros bollitos.
Ahí estaban, doraditos y apetitosos. Entonces nos sentamos a compartir nuestro trabajo, agradeciéndole a Dios por su bendición y porque nos permitió vivir esa tarde tan especial.
Algunos pancitos los reservamos para el culto del domingo: celebrábamos Pentecostés, el cumple de la Iglesia de Cristo. Ahora nos queda por delante la delicada tarea de cuidar que esa semillita que sembraron los chicos y chicas pueda llegar a ser un gran árbol que nos dé muchas riquísimas manzanas.
Estela Andersen
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