miércoles, 1 de noviembre de 2017

Al César lo que es del César...

El evangelio según Mateo 22:15-21 dice:"Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tientan? Muéstrenme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»" . Amén
Este año estamos conmemorando los 500 años de la Reforma Protestante, tomando como hito el día en que Martín Lutero presentó, en la cartelera de la iglesia de Wittenberg, sus 95 tesis, para una discusión académica. Los temas de esas tesis eran importantísimos para la sociedad de ese tiempo, por lo que rápidamente se difundieron por toda la región.
Uno de los temas de las tesis tiene que ver con el que hoy discuten Jesús, los fariseos y los herodianos “¿a quién le pagamos impuesto? y ¿de quién es el dinero?”
Los herodianos pertenecían a un partido político que proponía la expulsión del poder romano de las tierras palestinas, para poner en su lugar a la realeza herodiana. Estaban aliados a los saduceos y vivían en una posición de privilegio. Eran ricos y escépticos. No eran legalistas como los fariseos, pero igualmente, en muchas ocasiones se aliaban, porque tenían dinero y poder, como lo vemos en el texto de hoy.
Bajo la pregunta “¿es lícito pagar tributo al César?” hay otro tema en cuestión: el tributo a César traía implícita su adoración como Dios, ya que el César era el hijo de dios para los romanos. Por esa razón, los fariseos cambiaban el dinero romano al dinero hebreo para la ofrenda del templo, así garantizaba su pureza. Pero a la vez, el dinero romano era algo así como el dólar para nosotros: todos se manejaban con ese dinero, incluso los fariseos y los herodianos. Todo era una cuestión de forma, cuidaban la pureza en el tipo de moneda, pero no en el origen del dinero, eso no les importaba, paradójicamente.
La pregunta que le hicieron a Jesús no respondía a una preocupación sincera, sino que tenía una intencionalidad maliciosa, incluso era una doble trampa: el pago de impuestos al imperio y el reconocimiento del César como hijo de dios. Cualquier respuesta comprometería a Jesús. Al mismo tiempo, tanto los fariseos como los herodianos se veían bien beneficiados por la situación política del momento; no así el pueblo, que era exprimido tanto por el imperio como por el templo.
La pregunta que le hicieron a Jesús tenía que ver con el dinero… siempre el codiciado dinero… que mantiene en vilo a tanta gente…
Primero Jesús les hace saber que ya se dio cuenta de sus intenciones, luego toma un denario, el dinero romano, y los pone en evidencia, diciendo “lo del César devuélvanselo al César y lo de Dios, a Dios”.
Hace 500 años Lutero reacciona a la venta de indulgencias por parte de la Iglesia de Roma: la posibilidad de comprar la salvación en un solo certificado. Una oportunidad para los ricos y corruptos, una imposibilidad para todo aquel no lo podía hacer… y nuevamente los grandes perjudicados son los pobres, el pueblo exprimido por el imperio y la Iglesia de Roma…
Vivimos en un país acostumbrado a evadir impuestos. Por un lado, con la excusa: “igual los políticos se roban todo” o “no sé para qué usan mi dinero” o “no veo que ese dinero vuelva al pueblo”; pero también, el gran problema que tenemos como Iglesia con respecto a la mayordomía: “¡cómo se va a hablar de dinero en la Iglesia!!”
Lutero en su tiempo instó a pagar los impuestos como parte de ser cristiano, un buen cristiano debe ser, en principio, un buen ciudadano. Pero también llama a apoyar a la Iglesia económicamente, como una forma de agradecimiento a Dios por todo lo que nos da, para que tenga los recursos necesarios para realizar la tarea de proclamar al evangelio.
Para Lutero, la división entre el estado y la iglesia es fundamental, uno es el orden humano y el otro, divino, si bien está en la tierra. Esta división permite que los cristianos y cristianas podamos denunciar a un estado corrupto, injusto, violento. A la vez que para la organización de un estado, es importante la obediencia a las autoridades y el apoyo económico a través de los impuestos. Él veía que la complicidad entre la iglesia y el imperio solo afectaban al pueblo, y uno se alimentaba del otro, siendo ambas igualmente corruptas.

Pero volvamos a la frase de Jesús “lo del César devuélvanselo al César y lo de Dios, a Dios”.
Si bien la traducción a la que estamos acostumbrados es “den al César lo que es del César”, la Biblia de Jerusalén se utiliza la palabra “devuélvanselo” (más cercano al texto original en griego), que considero importante enfatizar hoy. La palabra “devuélvanselo” deja implícito el hecho de que el dinero en cuestión le pertenece al imperio. Por un lado, porque era la moneda del imperio, por eso tenía la imagen acuñada del emperador, el César, y, por el otro, si bien Israel estaba sometido a Roma, era lógico que tributara al imperio, como una de sus colonias.
Este “devuélvanselo” va también para Dios: devuelvan a Dios lo que es de Dios. Con estas palabras Jesús los pone en evidencia, porque, sobre todo los fariseos, no sólo vivían del templo, sino que abusaban de su pueblo por su codicia sin límites. No nos olvidemos cómo ellos declaraban “Corbán” todos sus bienes para no tener que hacerse cargo de sus padres.
Las autoridades del templo se habían apropiado de la Palabra de Dios, cerrándola en leyes casi incumplibles, sometiendo al pueblo a vivir fuera de la gracia de Dios por no poder cumplir ni con los preceptos, ni con el costo de mantenerse puros. ¡Sólo los fariseos, los escribas, los maestros de la Ley y los herodianos tenían acceso al templo, por lo tanto a Dios! Algo claramente lejano del mensaje de la Biblia, una manipulación de los textos y de los mandatos de Dios.
A la vez, “devuelvan a Dios lo que es de Dios”, nos lleva a reflexionar acerca de la mayordomía, y preguntarnos de quién es todo lo que tenemos ¿nuestro o de Dios? Cuando ofrendamos, ¿damos o devolvemos algo de lo mucho que Dios nos da?
Muchas veces los protestantes, en nuestro afán de diferenciarnos de la iglesia de Roma, no hablamos acerca de lo importante que es el dinero para el funcionamiento de nuestra iglesia. Como el dinero que tenemos lo ganamos con nuestro trabajo, sentimos que es nuestro, por lo tanto, en nuestras ofrendas y aportes “damos” algo de lo que tenemos a las arcas de la iglesia. Damos un poco, porque nuestro criterio es: “si me alcanza, dejo algo en la alcancía”… y después se nos caen los edificios, no hay dinero para el trabajo con niños y jóvenes, la casa pastoral y el auto poco mantenimiento tienen ¡y ni hablar de tener un fondo de emergencias!! Y cuando no sabemos de dónde sacar el dinero para cubrir los gastos… clamamos a la IERP pidiendo ayuda… pero la IERP somos nosotros, y su recursos provienen de nuestros bolsillos… de nuestro agradecimiento a Dios expresado a través de nuestros bienes.
¿Devolvemos algo a Dios de lo mucho que nos da?
500 años después de que Lutero clava las 95 tesis seguimos con los mismos criterios de la gente de ese tiempo: una relación de intercambio con Dios. Dios me da, yo le doy, igual que una transacción económica. Sin convicción, sin compromiso concreto, sin buscar la coherencia entre el evangelio que predicamos y nuestras vidas.
Como hijos de la Reforma somos llamados a seguir con convicción el evangelio de Cristo. Ya no tenemos que hacer nada para lograr el perdón y la salvación de Dios, sino que todo lo que somos y tenemos es de Dios, porque somos de Cristo, que nos compró con su muerte y resurrección.
Entonces: ¿debemos tributar al César? Sí, porque un buen cristiano es un buen ciudadano, que sostiene la estructura del estado, para que podamos asegurarnos un bienestar civil, económico, con igualdad de oportunidades y derechos, aunque no todos los habitantes seamos cristianos.
¿Devolver a Dios lo que es de Dios? Más todavía, porque todo lo que somos y tenemos es porque Dios nos ha bendecido. Nacemos sin nada y así morimos también. Ni nuestra vida es nuestra, sino que Dios es quien engendra la vida más allá de las personas, si creen o no en Él.
500 años después es necesario que tomemos en serio lo de “tomar nuestra cruz”. Como hijos e hijas de la Reforma somos llamados a vivir en agradecimiento, aferrados sólo a Dios, y no dejarnos encandilar por el brillo del oro, ni el tintinear de las monedas. El amor al dinero es una gran cárcel que sólo nos lleva a la infelicidad. Dios nos ha creado para que seamos felices y que al igual que Él practiquemos la generosidad. Amén.

Estela Andersen
Pastora Estela Andersen
Congregación Evangélica Semillas del Sur
Iglesia Evangélica del Río de la Plata

Publicado en http://www.predigten.uni-goettingen.de/index.php?sprache=es

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