miércoles, 9 de noviembre de 2016

Devocionales del retiro

Viernes por la noche:

 Después de escuchar la canción "El barro que amo" de Eduardo Meana,
 mientras tomaba la masa, relataba la creación del ser humano. Cómo nuestro Dios alfarero creó al humano del barro y sopló en sus narices. Plantó todo tipo de plantas y creó todo tipo de animales a los que el humano ponía nombre ¡pero no era una verdadera compañía!
 Hasta que lo hizo entrar en un sueño profundo y lo partió en dos, como la masa de barro que era, y de ahí formó al hombre y a la mujer, y con ellos, la humanidad hermanada, igual en sustancia, en materia, pero diferentes, como lo son las vasijas que el alfarero forma con sus manos.
 Mientras escuchábamos una música suave, fuimos pasando una vasija de barro, compartiendo nuestra necesidad de cambiar, de ser torneados. Nuestras expectativas del retiro, para lo cual hemos llegado.
 
Después de un momento de oración, nos bendecimos mutuamente con algunas palabras de la canción de Meana:
"El Señor nos dice: Déjame que te sople mi Aliento…
Déjame modelarte a mi imagen…
Déjame darte una forma nueva…
Deja a tu Alfarero que trabaje…"

Sábado de mañana:

 En la mañana del sábado nos esperaba una mesa colorida con vasijas con agua y velas de colores.
 Ya no sólo escuchamos la canción "El barro que amo", sino que cantamos la canción leyendo unas hojitas que estaban en la mesa:
"Yo sí que te conozco:
Tu vida está en mis manos…
Sos el barro que formo,
vos sos el barro que amo.

Déjame que te sople mi Aliento…
Déjame modelarte a mi imagen…
Déjame darte una forma nueva…
Deja a tu Alfarero que trabaje…

Un barro dócil que confía en su Artesano,
barro que se funde y nace un nuevo vaso,
donde lleves el tesoro
de mi vida y de mi abrazo…

Volver al barro para sentir mi presencia,
embarrarse para ganar transparencia,
Barro abierto al Soplo nuevo,
que hace nueva la existencia.

Y tenele paciencia a tu barro…
Y tenele confianza a mis tiempos…
Y mirá cómo ejerzo este oficio…
Y volvete también alfarero…

El “día a día”, es taller simple y fraterno,
donde imaginar lo valioso y lo bueno,
donde modelar, pacientes,
el diseño de lo nuevo.

Volver al barro es consagrar lo cotidiano,
es involucrarse quedando embarrados,
es cuidar y amar el rostro
bello y frágil de lo humano."
Debajo de un paño había una masa de arcilla. Ahora todos fueron invitados a moldear el barro.
 Cada uno de los presentes moldeó la masa como quiso.
 Mientras escuchamos el texto de Sabiduría 15:7 “Un alfarero amasa laboriosamente la tierra blanda y modela diversos cacharros para su uso.
De la misma arcilla vuelve a modelar indistintamente vasijas destinadas a usos e innobles: el alfarero decide la distinta utilidad de cada una.”
 Reflexionamos acerca de las dificultades de moldear el barro, pensamos acerca de cómo nosotros somos difíciles de moldear, porque no siempre estamos dispuestos a seguir la voluntad de Dios, mientras escuchábamos "Sólo el amor":
Después de un momento de oración. Nos bendecimos mutuamente con estas palabras de la canción:
Nuevamente Dios nos llama a “Volver al barro para sentir su presencia,
embarrarnos para ganar transparencia,
Barro abierto al Soplo nuevo, que hace nueva la existencia.”

 Sábado a la noche:

Después de un largo día de trabajo y de compartir hermosos momentos, cerramos la noche con el devocional. Esta vez había diferentes vasijas.
Escuchamos y cantamos la canción que nos venía acompañando desde el primer día.
 Luego escuchamos el texto de Jeremías 18:2-6: “Prepárate y baja a la alfarería, que allí mismo te haré oír mis palabras. Bajé a la alfarería, y resulta que el alfarero estaba haciendo su trabajo al torno. El cacharro que estaba haciendo se estropeó como barro en manos del alfarero, y éste volvió a empezar, transformándolo en otro cacharro diferente como mejor le pareció al alfarero. Entonces me dirigió el Señor la palabra en estos términos: ‘¿No puedo hacer yo con ustedes, Casa del pueblo de Dios, lo mismo que este alfarero? Lo mismo que el barro en la mano del alfarero, así son ustedes en mi mano’.”
Reflexionamos acerca de la posibilidad de volver a tornear el barro con otra forma, reinventarnos.
 Quien lo deseaba podía elegir una de las vasijas y compartir un momento de nuestras vidas en donde tuvimos que volver a tornar nuestro barro. Este fue un momento de mucha intimidad.
 Después de un momento de oración, cantamos la canción de "El alfarero"
Nos bendecimos mutuamente con las palabras de la canción de Meana:
El Señor, nos dice: Y tenele paciencia a tu barro…
Y tenele confianza a mis tiempos…
Y mirá cómo ejerzo este oficio…
Y volvete también alfarero…

Domingo de mañana:

La mañana del domingo amaneció  resplandeciente, por lo que aprovechamos a hacer nuestro devocional en medio de las plantas.
La mesa estaba llena de pequeñas vasijas de barro, además de unas más grandes y velas.
 La letra de la canción "El barro que amo" estaba dentro de una de las vasijas. Cada uno fue retirando el papel para cantar la canción.
Escuchamos el texto de 2 Corintios 4:5-12: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por Jesús. Pues el mismo Dios que dijo ‘Del seno de las tinieblas brille la luz’, la ha hecho brillar en nuestras mentes, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios, que brilla en el rostro de Cristo.
Pues llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea claramente que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Vivimos siempre apretados, pero no aplastados;  apurados, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no rematados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos, por todas partes, la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, pero en ustedes la vida.”
Y reflexionamos acerca de la fragilidad del barro y cómo esta fragilidad es fortaleza pues el Espíritu de Dios habita en nosotros.
 En un gesto entregamos una vasija a quien elegimos junto a un mensaje a partir de lo compartido en estos días.
Durante el gesto escuchamos la canción de Pedro Guerra y Jorge Drexler "Cuídame"
Después de un momento de oración, nos despedimos con las palabras de "El barro que amo":
Señor, queremos ser alfareros y alfareras en nuestra vida cotidiana, porque El “día a día”, es taller simple y fraterno,
donde imaginar lo valioso y lo bueno,
donde modelar, pacientes, el diseño de lo nuevo.

Volver al barro es consagrar lo cotidiano,
es involucrarse quedando embarrados,
es cuidar y amar el rostro bello y frágil de lo humano.

Estos momentos devocionales son parte del alimento espiritual que compartimos en nuestros retiros. Por eso quisimos compartirlos con quienes también gustan de este alimento.

Estela Andersen

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